El pasado lunes 14 de octubre del 2024, el premio conocido como Nobel en Ciencias Económicas que otorga la Real Academia Sueca, fue concedido a los economistas Daron Acemoglu y Simon Johnson, profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y, James Robinson, profesor en la Universidad de Chicago. Dicho premio fue otorgado gracias a sus valiosas aportaciones en la teoría que explica la prosperidad de las naciones con base en el tipo de instituciones políticas y económicas que posee un país por medio de fundamentos tanto teóricos como empíricos.
Sus aportaciones principales fueron resumidas en el trabajo “Porque fracasan las naciones” de Acemoglu y Robinson (2012). En este libro, los autores explican por medio de ejemplos históricos que una nación puede estar conformada por instituciones que pueden ser incluyentes o extractivas. Según los autores, las instituciones denominadas incluyentes son aquellas que garantizan derechos de propiedad, igualdad de oportunidades, un sistema legal justo y un estado que se compromete a distribuir el poder de manera equitativa. Por otro lado, las instituciones extractivas son aquellas que limitan la participación económica y política de la sociedad, obstaculizan la innovación y la competencia, y no garantizan derechos de propiedad ni un marco legal justo para todos.
La idea que plantean los autores es que las naciones cuyas instituciones, tanto políticas como económicas, son extractivas se exponen a un círculo vicioso de estancamiento, pobreza y miseria, ya que, estas instituciones concentran el poder y la riqueza en una élite, desincentivando el desarrollo de las capacidades productivas de la población. En contraste, las instituciones que poseen una combinación de instituciones políticas y económicas incluyentes presentan el escenario ideal para el crecimiento económico, innovación y distribución de ingreso equitativo.
También, los autores analizaron el caso de naciones que contienen una combinación de instituciones políticas incluyentes y económicas extractivas, o viceversa. Se explica que en esta situación se genera un equilibrio inestable que puede mantenerse solo temporalmente, ya que las tensiones entre estas instituciones crean contradicciones que eventualmente conducen a conflictos sociales y políticos. Este tipo de equilibrio puede ser alterado por choques exógenos o circunstancias críticas, como crisis económicas, conflictos armados, revoluciones o cambios de liderazgo.
Un concepto interesante que los autores abordan en esta obra es el de “destrucción creativa”, desarrollado anteriormente por Schumpeter (1912). Este término se refiere al proceso por el cual las nuevas innovaciones, tecnologías o métodos de producción reemplazan las estructuras económicas obsoletas, generando avances y un aumento en la productividad. Con base en ello, se plantea que las sociedades que permiten que este proceso ocurra de manera fluida y natural, a través de instituciones incluyentes, permiten que los individuos con nuevas ideas, tecnologías o métodos mejoren continuamente la economía. Este tipo de dinamismo económico, impulsado por la competencia y la libertad para emprender, es lo que conduce a la prosperidad a largo plazo.
No obstante, este proceso representa más bien un riesgo en sociedades conformadas por instituciones extractivas. Las élites gobernantes de este tipo de sociedades, al temer que la innovación y el cambio les hagan perder su posición privilegiada o el control de los recursos, a menudo bloquean o limitan el proceso de destrucción creativa. Este es un factor que explica por qué las instituciones extractivas conducen al estancamiento económico, ya que su objetivo es mantener el poder, incluso a costa del bienestar general de la sociedad.
Aunque esta obra fue la más reconocida de las aportaciones de los galardonados en tanto al efecto que tienen las instituciones de un país en su prosperidad y desarrollo, Acemoglu, Johnson y Robinson también analizaron esta idea por medio de métodos empíricos plasmados en algunos de sus estudios publicados.
Por ejemplo, en el artículo “The Colonial Origins of Comparative Development: An Empirical Investigation” publicado en 2001 en la revista American Economic Review, los autores usaron las tasas de mortalidad de colonos europeos como variable instrumental para estimar cómo las instituciones afectan el desempeño económico actual. La idea detrás de este instrumento es que, en áreas con alta mortalidad, se establecieron instituciones extractivas, mientras que en las de menor mortalidad se protegieron los derechos de propiedad. El estudio concluye que mejorar las instituciones puede multiplicar el ingreso per cápita de los países.
También, en el artículo “Reversal of fortune: Geography and institutions in the making of the modern world income distribution” publicado en 2002 en la revista The Quarterly Journal of Economics, los autores usan la expansión de los imperios europeos como un experimento natural para comparar las hipótesis de geografía e instituciones. Encuentran que el colonialismo europeo provocó una "reversión institucional", con mejores instituciones en áreas antes pobres, lo que explica su prosperidad económica.
Por otro lado, en el artículo "The Rise of Europe: Atlantic Trade, Institutional Change, and Economic Growth" publicado en 2005 en la revista American Economic Review, los autores encontraron que el comercio atlántico fue clave en el crecimiento económico de Europa Occidental al provocar cambios institucionales que protegieron los derechos de propiedad y limitaron el poder de la monarquía.
La concesión del Premio Nobel en Ciencias Económicas de este año destaca la importancia de las contribuciones de Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson para entender cómo las instituciones políticas y económicas influyen en la prosperidad de las naciones. Su investigación, plasmada principalmente en "Por qué fracasan las naciones", demuestra que las instituciones incluyentes fomentan el crecimiento económico, la innovación y una distribución equitativa del ingreso, mientras que las extractivas llevan al estancamiento y la pobreza. Además, sus estudios empíricos refuerzan la idea de que mejorar las instituciones puede transformar el desempeño económico de los países. Este reconocimiento demuestra el papel fundamental de las instituciones en el desarrollo y el progreso económico.